viernes, 13 de febrero de 2009

Capote

Ver la película Capote, sobre “A sangre fría” de Truman Capote me dieron ganas de escribir. También me dieron ganas de leerlo. Pero siendo la una de la mañana del domingo, las posibilidades de conseguirlo y leerlo parecen escasas; de manera que me inclino a la primera. Antes de empezar pensaba que seguramente mis intentos de escritora frustrada estarían satisfechos si fuera contratada como columnista para Página/12, por ejemplo. Creo que podría resignarme a menos, por ejemplo, Clarín, Popular, Crónica…pero pongamos por caso que así fuera. En el caso de ser columnista de ese diario, en este momento, café en mano, haría un artículo sobre la película que acabo de mirar. Y sería sencillo: empezaría igual que como empezó esto. Idioma legible para la comunidad, escena de una vida cotidiana que siempre atrae a la gente común, un poco de sentimentalismo en mitad del escrito y una reflexión final sobre Capote, su vida y la vida del argentino medio, por ejemplo, algo bastante habitual en los tiempos que corren. Esta descripción (opinión) para nada quiere desmerecer a lo columnistas del diario. De más está decir que los que escriben allí son algunos de los más reconocidos periodistas/escritores de Argentina; Pauls, Bayer, entre otros. Pero convengamos que esta temática: -literatura/cine-vida ordinaria y personal-reflexión final- es una forma literaria bastante tradicional para una columna de opinión de diario. Lo distintivo entre lo de ellos y yo, claro está; sino estaría como ellos, café en mano, escribiendo este artículo para mañana y no como estoy, café en mano, escribiendo para mi.
El problema surge cuando, frente a la hoja en blanco, se supone que uno debería escribir algo fascinante: ficción, autobiografía, trágico, alegre, dramático, narrativa, poesía, cuento…algo que llame la atención. Sólo es posible el éxito como escritor si uno escribe algo distinto. Supongamos que decido escribir sobre esta tarde de domingo…qué persona en este mundo va a leer mi relato sobre mi tarde de domingo? Seguramente nadie. Salvo que, nuevamente, sea alguna columnista de diario. Entonces uno debiera contar algo que nadie haya leído, aunque las influencias sean todos y estén videntes en cada pasaje, debería haber ALGO que alguien no haya escrito. Pero no. Por lo menos no es mi caso.
A veces me pregunto de dónde sacan la bendita imaginación para inventar (o descubrir?) las novelas que escriben. Cómo se inspira esta gente? En Yenny, El Ateneo o en Parque Rivadavia habrán más de cien mil volúmenes. Cómo se les ocurre?
Truman Capote se inspiró en un asesinato para escribir ese libro que lo convirtió en el autor más reconocido de EEUU (aunque ya lo era bastante). Cuántos asesinatos necesito yo para escribir dos líneas de mi próxima novela? Estaría toda la población muerta. Menos los asesinos y yo. Y aún así no lograría inspirarme porque tendría al chino del supermercado de enfrente muerto y no tendría café. Y sin café no hay novela. Y sin cigarrilo, menos. Entonces…? Imposible.
O tengo que resignarme y decidir que la escritura no es lo mío o tengo que empezar a pensar cuál puede ser el disparador de un escrito importante. Niñez turbada? Infancia dolida? Adolescente incomprendida? Adultez perdida? Me temo que esto ya ha sido usado extensamente, incluso por mí.
Sólo queda el uso de este teclado que no grita como el de Pizarnik.
También puedo enviar este textito a algún familiar caritativo que nunca va a decir que esto es una verdadera basofia y que, cuando estén distraídos leyendo algún diario, sonrían cuando le hablen de Capote. Y quizás eso baste. Para mi.
Entonces ya no necesitaría ningún escrito trascendente para nadie.
Dejémonos de reflexiones chatas que sólo intentan hacer algo trascendente desde lo intrascendente; algo nuevo desde lo cotidiano. Te dejo en paz, querido familiar. Se me enfría el café y todavía no terminé la nota para mañana.

3 comentarios:

  1. ¿Acaso, querida escritora, mi tarea de realizar un breve comentario resulta mas sencilla que sentarse con una hoja en blanco? (digo breve comentario porque intentaria ganar el protagonismo de esta nota si me extendiera mas allá de lo prudente). Usted podría alegar que tengo como referencia el texto leído y bastaría con una simple reflexión, bastante de compromiso por cierto, para dejar contenta a la receptora de que su nota fue leida, aunque no creo que asi sea. Yo le contestaría que ud. tuvo libertad de elección con la hoja en blanco, mientras que yo estoy preso de enlazar mi respuesta con su razonamiento. Ademas, ud. hace incapié reiteradamente en su infaltable taza de cafe, y sinceramente la porción de pizza que tengo a mi lado siendo las 4pm no tienen el mismo efecto motivador de la escritura. Y ello es inevitable, ya que ud. eligió su momento de inspiración mientras que a mi me encuentra sorprendido leyendo su blog en momentos del almuerzo laboral (ambiente menos que propicio para la inspiración). Y he aqui al ¿comentarista? tratando de explicarle porque no va a hacer mas que saludarla muy afectuosamente, felicitandola por sus ganas de compartir filosofia y literatura conmigo. A fin de cuentas, no ha sido un breve comentario... quizá un poco de protagonismo busqué con todo esto. Un abrazo grande!

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  2. Menudo comentario el de Palo Pandolfo....

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  3. jajaja!! alguien me puede decir quién escribe??...si, muy bueno. gracias!!!

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