lunes, 7 de diciembre de 2009

Farmacity

No sé si me alegra o no que, cada vez que hago alguna cosa de vida aburrida, me pasa algo importante/trascendental o simplemente algo que motiva la escritura. Quizás este pequeño relato sea más de denuncia e indignación que de intento de literaturidad. La cuestión es que, en un lunes casi convertido en domingo donde mi única salida a la calle fue a la farmacia a comprar anticonceptivos, me encuentro haciendo una cola por demás extensa con gente laborable y, entre ellas, a dos muchachitas que piden con un poco de vergüenza “Segurite”. Las Segurite son pastillas “abortivas”. Una salvedad importante: sé la pesadez (en sentido de “aburrimiento”, no de dramático) del párrafo siguiente pero suponiendo que esto lo leerán con amor y paciencia sólo familiares y amigos, vale la aclaración casi médica; así que, si no sos uno de ellos, seguramente me dejes a la mitad de mi relato pero, como dije, poco me importa porque esto es denuncia y descargo y no espero que sea parte de los mejores relatos latinoamericanos de la década. Ahora sí: el uso de comillas en “abortivas” se debe a que, si bien así se las suele denominar, no son realmente abortivas en tanto no actúan sobre el feto una vez creciendo dentro del óvulo sino que actúa sobre los espermatozoides que se dirigen al óvulo para fecundarlo evitando la formación de un bebé por lo tanto, la toma de la pastilla, debe suceder antes de las doce horas de producido la irresponsabilidad de un no cuidado en la relación sexual o ante una mala suerte de rotura de preservativo con lo que, la persona que la toma debe estar dentro de ese período y, a veces, correr contra reloj con la posible consecuencia de haberse olvidado, haber pasado el tiempo, que el cuerpo no lo asimile y así hasta el infinito con lo cual el embarazo se produce igual y ahí sí, entramos en otra discusión.
Ahora bien, estas muchachas se encuentran ante esta situación: el empleado de farmacity, luego de mirarlas largamente, les pide el documento. Lo que dirigió mi mirada ahí fue, además del aburrimiento por la larga espera, por un lado, que pidieran esas pastillas imaginándome las diversas situaciones por las que habían pasado unas horas antes (puteadas, pensamientos, miedos, llantos, etcéteras) y, por otro, la duda del amable muchacho que las atendía en el momento de venderles el medicamento. Luego de extendido el documento, el empleado revisa la computadora, se mira con sus otras compañeras de trabajo (pongámonos en situación: se miran mutuamente con cara de “qué hacemos” o con cara de “mirá lo que pidió” o lo que fuera que produce, en quien está del otro lado sudando como nunca, miles de pensamientos y sentimientos, sumados al suyo propio, antes de poner un pié dentro de ese lugar), se acerca a una de ellas, le habla al oído (nuevamente la situación de “qué hice!”) y le dice a la chica “no te puedo vender el medicamento, tenés que tener más de de 21 años o tenés que venir acompañada de un mayor”. Mi reacción quinceañera hubiera sido discutir con el señor hasta las tres de la mañana, que me saquen a patadas de la ciudad-farmacia y, si bien me hubiera sentido una justiciera, no les hubieran vendido nada a las chicas. Mi reacción casi treintañera me agarra distinto. Cuando las chicas desisten de comprar las pastillas, imagino lo que les viene: todas las farmacias cerradas, las horas siguen corriendo, las farmacias que quedan abiertas también las rechazan, las horas siguen corriendo más y más, supongo no se animaría decirle a su padre “papá me acompañás a la farmacia a comprar una pastilla que me haga abortar?” así que, mientras se van yendo, las alcanzo y me ofrezco a ser la mayor que les compre las pastillas. No saben cómo agradecerme. Ya lo sé. De verdad ya lo sé. No sé si me siento la mujer maravilla o qué pero lo hago con una indignación y una felicidad extraordinaria. El primer pensamiento es, primero, que la mayoría de edad se decretó hace unos días a los 18 años y no a los 21 (estas chicas tenían -y tienen- 18 años) por lo tanto, nuestra farmacia amiga está o desactualizada o se hace la pelotuda; segundo que yo, por irresponsabilidad o mala suerte, más de una vez y aún menor a mis 18 años, tuve que comprar esas salvadoras pastillitas y nunca me han dicho cosa semejante y si lo hubieran dicho seguramente hubiera pasado por algunos abortos o tenido algunos hijos o prendido fuego al farmacéutico; y tercero, que me parece lo más grave y contradictorio, es que están fomentando el aborto. Aborto que, como todos sabemos, es ilegal pero que igualmente se practica de forma clandestina en muchos lugares y…la eterna discusión, muerte de madres, posibles infertilidades y miles de etcéteras.
Me pregunto si, una vez sucedido el bebé en la panza, le podrás pedir a farmacity el número de teléfono de algún médico gauchito que te haga un aborto por dos pesos alegando como parte responsable a la farmacia, superior o a quién sea que haya tomado esa medida.
Cuando me acerqué a decirle a otra empleada que iba a ser yo la que les saliera de responsable alegando que me parecía básicamente una locura lo que estaban haciendo (con una paciencia y una racionalidad que no me caracteriza pero con una pequeña sonrisa irónica que sí) me contestó “cada lugar tiene su superior que dice qué podemos hacer y qué no”. No pensaba discutir sobre la estupidez mediocridad de los empleados sobre las obediencias debidas ni nada por el estilo, que hubiera sido bastante divertido por cierto, pero posiblemente no nos hubieran vendido nada. Después de mi “es ridículo” la empleadita sólo me miraba a mi para preguntarme si prefería la de una dosis o la de dos dosis (con lo cual me volvía hacia las muchachas y les comentaba los “beneficios” de una y otra), si iba a pagar al contado o con tarjeta (mismo movimiento). Cuando finalmente cierra la compra, me alcanza la bolsita con las pastillas (nuevamente como si las chicas no existieran) y me dice, mirándome a los ojos con una sonrisa de empleada de mes de Mc Donald`s, “muchas gracias”.
Todavía me faltaban diez números para pedir mis pastillas abortivas-anticonceptivas y, en vez de comprarlas en ese momento -como podría haber hecho-, esperé mi turno. La empleada me miraba, a medida que yo seguía ahí, con un poco de odio. 46. Si, soy yo. Qué tal. Por favor una caja de (alzando la voz) ANTICONCEPTIVOS. Gracias.

4 comentarios:

  1. Buena historia y realmente difícil situación la que vivis las mujeres en ¿Argentina? (si me he equivocado lo siento muchísimo)

    En España las leyes son diferentes y la mujer tiene más libertad de actuar y decidir sobre su cuerpo y su salud.

    Me ha intrigado el funcionamiento de la pastilla abortiva. Según creo, lo que provoca es el sangrado (que te baje la regla) y entonces la fecundación y agarramiento del óvulo a las paredes del útero no se produce. Como bien digo no estoy del todo seguro pero juraría que no ataca a los espermatozoides como me pareció entender.

    Un beso muy afectuoso, me gusta leerte. Espero verte pronto por El Blog de las Letras.

    ResponderEliminar
  2. el papa ratzinger11 de marzo de 2010, 8:06

    eso les pasa por garchar! en mi época cogíamos recién a los veintipico casi treinta y podíamos comprar cualquier pastilla "del día despues".

    ResponderEliminar
  3. Jajajaja!!!!!! papa ratzinger!! un gusto leerte aunque no te conozco!!!! es cierto!!! eso les pasa por garchar!! y escuchame...a los 18, en mi época, nos estábamos por casar y todavía éramos vírgenes!! (mmmm...) gracias por tu nota de color!!

    ResponderEliminar
  4. La minita histérica sale del local con las dos pendejas. El empleado se quita el guardapolvo y lo cuelga en el perchero. Corre hasta la casa de la novia para no llegar tarde. Igual la cara de culo. Llegaron al cine con el segundo justo. Después de una película aburrida caminan por la avenida. No alcanza para una cena. Compran un pancho que van comiendo en silencio esquivando gente. Él la mira en silencio. Ella está llorando a borbotones con mares de lágrimas y moco que chorrea el pancho. ¿Qué te pasa? Estoy embarazada. ¿Qué? Estoy embarazada. Silencio. El empleado piensa... uy qué cagada, es menor de edad... ¿de cuánto estará?

    ResponderEliminar